domingo, 25 de mayo de 2014

Hasta la última gota

Desde el mismo momento en que supo que ella ya no habría de volver, fue hacia el estante y eligió la botella adecuada para verter todo su contenido en el más distinguido de sus vasos. No era cuestión de intoxicarse solamente, había que asimilar esa carga de licor con belleza y elegancia porque, aunque su perfume permanecía aún  indeleble en su pecho, aunque ella lo hubiera abandonado para siempre, él deseaba con desesperación preservar ese recuerdo, atesorar su piel en la memoria.


Tenía que hacer las paces entre sus sentidos, el amor y la razón, reaccionar y retomar la cordura entre tanta angustia, si es que aún esto era posible. Pero el sólo pensar en sus ojos, en su abrazo, en el embriagante sabor de ensueño de sus besos, en el abrigo de sus piernas marcado a fuego en su memoria, hacía que se sumergiera aun más en el alcohol y quisiera regresar a ella.



Y mirando el vaso labrado, los brillos y las texturas que recorrían sus manos añorando acariciar la bella geografía de su espalda, bebió hasta la última gota, una y otra vez en esa espantosa soledad, buscando apagar ese fuego incontenible que incendiaba su corazón, mientras las lágrimas distorsionaban su visión dibujando espejismos que diluían en agua salobre sus instintos, y el alcohol se llevaba poco a poco en su corriente aquel sabor inalcanzable que brotaba del embrujo de sus labios...



Vaso de bronce, de forma octogonal con tapa a bisagra, repujado, forjado y cincelado.




El relato es de Alejandro Churla, y está inspirado en el tango "La Última Curda", con letra de Cátulo Castillo y música de Aníbal Troilo, de 1956. 




sábado, 15 de marzo de 2014

Kirth, el señor de todos los vientos

(Un relato en la Grecia antigua).


Él sabía que la tempestad no tardaría en llegar, las señales de los dioses estaban a la vista y eran más que elocuentes. Había cerrado todas las ventanas de su vivienda con sus postigos y los había asegurado con clavos robustos y cuñas de madera. Deslizó la tapa de la pequeña mirilla desnuda en la puerta y echó una fugaz mirada al cielo; la mañana se había convertido en algo extraño, el gris plomizo había erradicado al azul del cielo, los pájaros volaban bajo, huyendo de la acechanza de la inusual y tórrida ventisca que azotaba hoy al Ática. Una vez más, Gaspar se enfrentaba a la visita amenazante del señor de todos los vientos; él conocía en carne propia su potencia y había sido testigo de la devastación tras su paso furtivo, una desgracia que su padre reiteradamente atribuía a un castigo impuesto por los dioses a su familia a causa de la obstinación de su madre por ponerle a Gaspar un nombre extranjero. Ah sí... tantas miradas y llantos permanecían imborrables en su memoria, las familias sin techo, los árboles de las laderas derribados como simples palillos, las esperanzas hechas añicos y la elocuente desolación en los ojos de esos niños. Cómo olvidar ese terror?

Y como era de esperarse, ni la paz ni la calma suelen ser para siempre, así que los explosivos truenos - grito de batalla del señor de todos los vientos - estaban llegando otra vez con su cortina de polvo y el frenético abatir de postigos contra las endebles paredes de madera y adobe de las casuchas del pueblo. El gris plomizo del cielo se hizo ostensiblemente oscuro, tenebroso y violento, mientras las nubes empezaban a arremolinarse ya casi como un vórtice, vaya uno a saber con qué certeros y secretos objetivos.


Mientras tanto en el interior de su vivienda Gaspar se debatía en soledad entre el terror y la huida. Antes de cada tormenta esperaba que los dioses se llevaran sus peores pesadillas y nunca tuviera que revivir la tragedia anterior. Su instinto parecía querer tomarlo por su túnica, sacudiéndolo para que reaccionara, para que cargara en su morral aquellas cosas importantes, algo de ropa, sus herramientas de albañil y carpintero, y abandonara ese lugar sin perder un minuto. Por otra parte estaba también el miedo, ese enemigo tenaz y paralizante, capaz de clavar un hombre al piso, agarrotar sus músculos y sumirlo en la más completa inacción. Gaspar sabía que el miedo era el instrumento de dominio que el señor de todos los vientos desplegaría contra él, la furia de los elementos vendría a su encuentro para aniquilarlo, para hacerle saber en carne propia que hasta ese momento había tenido suerte pero desde ahora en más contaría su vida restante en segundos.

Con los ojos vidriosos de pavor vio cómo las sólidas paredes de adobe temblaban y el techo parecía pedir clemencia; un ruido parecido al de una gran avalancha lo aturdía, acelerando su pulso al extremo. El torbellino debía estar prácticamente sobre su vivienda. Era el fin. Miró el cuenco de terracota sobre la mesa sacudiéndose junto con toda la casa; la extraña tierra de la montaña azul junto a la pluma de águila que le había obsequiado su abuelo aún estaban en su interior. Aferrándose a la vida tomó el cuenco con la pluma y la tierra, abrazándolo como un tesoro. El ruido era ya imposible de tolerar, los postigos de las ventanas crujían, el final era inminente.


Y de pronto, el ruido ensordecedor pareció atenuarse un poco y llegó entonces a sus castigados oídos una voz espectral:

- ¡Gaspar es la hora, he venido por ti! - era el señor de todos los vientos en persona, no podía tratarse de una ilusión. Su voz tronaba, era en verdad sobrecogedor escucharla. Gaspar gritó de pánico y cayó al pétreo suelo de rodillas, soltó el cuenco que terminó rodando por el piso y cubrió los oídos con sus manos. Miró aterrado una esquina de la habitación junto al techo y comprobó que las paredes estaban deformándose, estaban próximas a ceder ante la fuerza del viento. Gritó a su verdugo llamándole por su nombre:

¡Kirth, déjame en paz, termina ya con este suplicio! ¿No te bastó con llevarte a mi familia, maldito seas?


- Mi pobre Gaspar... - rió la terrorífica voz- hoy estoy particularmente benévolo. Me he propuesto no duplicar la cantidad de víctimas de mi última tempestad, ¡a menos que te resistas a mí, en cuyo caso procuraré ser más creativo con los números, ja ja! ¿Vienes Gaspar, o debo hacer volar el tejado al cielo para ver tu rostro?

Gaspar volvió a tomar el cuenco. La bella pluma estaba ahora completamente sucia de tierra. Qué pena, pensó fugazmente Gaspar, siempre la había cuidado tanto. Y como si una sensación de confianza antes de morir hubiera llegado en su auxilio, se puso de pie y se acercó a la puerta. Todo temblaba, podía sentir caer las tejas y los robustos troncos del tejado curvarse y crujir, tal vez uno de ellos cayera directamente sobre él y lo aplastara como a un insecto. Pero se sobrepuso a la perturbación y al miedo y continuó:

- ¡Aquí estoy! - gritó con todas sus fuerzas - ¡detrás de la puerta, pero no habré de abrirla hasta asegurarme de que eres realmente Kirth y no uno de tus vientos bromistas como Eolo o Tifón! Podrías estar engañándome así que echaré un vistazo por la mirilla antes de salir! 

Y Kirth le repondió con su voz de mil tormentas, - ¡¡Si he deshecho las velas de los grandes buques, si he acabado con la vida de sus soberbios marinos, si he arrasado sus ciudades y sembradíos a mi antojo, qué problema podrían representar para mí los caprichos finales de un bravucón? Congelaré tu ojo y lo romperé en mil cristales antes de que puedas mirarme, pero si eso es lo que quieres... adelante Gaspar, tomaré tu vida de todas formas!!

Pero Gaspar no miró a través de la mirilla de la puerta. Determinado a luchar hasta el final, quitó de sí mismo todo rastro de temor y se entregó por entero a su destino, cualquiera que este fuese, enfrentando a la muerte de pie.  Miró por última vez el interior de su vivienda entre la amenazante penumbra y tomó firmemente el cuenco con su mano derecha, la pluma y la tierra de la montaña azul aún estaban allí.  Su mano izquierda sobre la tabla que cubría la mirilla temblaba junto con la puerta; inesperadamente recordó al abuelo y sus ojos grises, hasta su sonrisa parecía guiar sus pensamientos finales,  y un fugaz esbozo de paz pareció inundar a Gaspar, miró el cuenco de terracota con su humilde tesoro y se despidió de él y de todo lo bueno que representaba mientras deslizaba la madera de la mirilla abriendo el camino para que la furia de Kirth tomara su vida y la hiciera añicos.

Y estrelló el cuenco contra la mirilla con toda su fuerza.

Una densa nube de polvo cubrió la puerta mientras los pedazos de cerámica parecían caer lentamente hacia el suelo.  La mano de Gaspar, ensangrentada por la rotura del cuenco, parecía rebotar con retardo contra el grueso entablado de la puerta, y fue en ese instante cuando sus piernas no pudieron sostenerlo más y cayó otra vez.  Pero sus ojos inflamados vieron volar la pluma de águila arremolinándose contra la mirilla, y vieron también entre el polvo materializarse el rostro de Kirth gritando con toda su violencia, con llamas sobre su cabeza y remolinos de hojas que arrastraba con su paso endemoniado.

Y entonces llegó el silencio.

Algo de dolor se deslizaba por la mano de Gaspar con sus heridas pero era casi imperceptible, podría decirse que era apenas una molestia en comparación con la tos, la sequedad y el ardor de su garganta; la nube de polvo se fue volviendo cada vez más tenue a la vez que el tiempo parecía haberse detenido.  Era solamente una sensación, Gaspar lo sabía, el tiempo continuaba transcurriendo pero el silencio sepulcral volvía desconcertantes las cosas en aquél momento.  Y la pluma comenzó a caer lenta hasta tocar delicadamente el suelo llevando un poco de paz entre tanta confusión, pero incluso le pareció a Gaspar haber escuchado un ruido sordo y lejano cuando la pluma se apoyó por fin.  Nada de esto parecía real, pero menos real parecía el rostro de Kirth que permanecía inmóvil anclado a la mirilla de la puerta como si estuviera petrificado, o mejor dicho: como si de piedra se tratara, y hasta le pareció ver un rastro de sangre en el rostro del señor de todos los vientos.

Si esta era la antesala de la muerte y los dioses habían previsto así su final aparentaba ser una broma de mal gusto, pero los dioses eran los dioses y su diversión – así como también sus secretos planes – estaban más allá de la comprensión de los hombres.  Hasta creyó oír el lejano cencerro de alguna bestia de carga huyendo como podía de la tempestad, pero los truenos ya no estaban allí. Finalmente uno de los postigos cedió y entró luz por la ventana y la suave brisa del Egeo se coló hacia el interior de la habitación. No habían dudas, la tormenta se estaba disipando mientras los sonidos habituales de aquella colina sobre el Ática empezaban a cobrar vida otra vez;  Gaspar se levantó como pudo y tomó un paño de lino que había sobre un banco de madera;  se envolvió la mano ensangrentada con él haciendo un pequeño nudo, la luz matinal se hacía más clara y  se quedó perplejo ante el rostro pétreo de Kirth pendiendo de la puerta.  No había lugar para el error, el rostro del señor de todos los vientos estaba ahí, como si un talentoso escultor lo hubiera inmortalizado en piedra y hubiera retratado toda su violencia amenazante.


El calor amainaba y la calma iba retornando a la colina.  Podía ahora oír el murmullo cercano del denso bosque occidental acariciado por la brisa fresca que soplaba desde las Cícladas, y podía aún sentir el latir de la sangre en sus venas; ¿sería posible que los dioses hubieran torcido su destino concediéndole clemencia a pesar de la incontenible ira de Kirth? La calma que prevalecía ahora era casi mundana, aunque no conocía la paz celestial de los dioses no parecía que estuviera residiendo en un reino desconocido. Pero el rostro de piedra inserto en la madera, eso sí que no era de este mundo, era desconcertante y bello a la vez, incluso desprovisto del espanto y la violencia que el poder ilimitado de Kirth esparcía sobre la tierra para suplicio de los hombres. Fue hacia otra ventana y liberó las trabas del postigo para que entrara más luz;  y pudo ver restablecerse la normalidad en la colina, las nubes disipándose y hasta un tímido arco iris tratando de pintar en dirección al mar.  Regresó hacia la robusta puerta mirando el rostro inmóvil con desconfianza, quitó el viejo perno de hierro y empujó con ambas manos sobre los maderos hacia afuera mientras la claridad iluminaba ahora totalmente el rostro de piedra.  Ya en el exterior examinó la puerta por el frente; el orificio rectangular de la mirilla estaba completamente ocupado por piedra, inexplicablemente incrustada en la madera como si la puerta hubiera sido construida alrededor de una pieza escultórica pre existente y no hubiera espacio entre ambos materiales ni como para insertar siquiera una espina de pescado. Y al dorso el enigmático rostro de Kirth, manchado con sangre mortal, con su insondable misterio que confundía y sembraba de dudas la mente del pobre Gaspar. ¿Qué rara magia contenían la tierra de la montaña azul y la pluma, y cuál era la razón por la que su abuelo le había obsequiado el cuenco hace tantos años? ¿Qué extraños sucesos vislumbró el abuelo en la trama del destino antes de su muerte? El aroma del mar se abría camino entre los árboles, los pastizales bordeando el sinuoso camino hacia la aldea se abanicaban gráciles con la brisa mientras Gaspar permanecía absorto en sus pensamientos, sin quitar su vista del rostro de piedra.

Hasta que se escuchó el graznido del águila en lo alto.

Grande, veloz, poderosa y bella, su potente canto sacó a Gaspar de sus dilemas interiores y le hizo alzar la vista al cielo para admirar su esplendor y comenzar a comprender.  Las cosas comenzaban a cobrar sentido.  Así como se disipaban las nubes iban diluyéndose las dudas en la cabeza de Gaspar.  El abuelo había vuelto, estaba mirándolo desde arriba en diestro vuelo, acaso con los mismos ojos grises que recordaba desde la niñez.  Corrió a buscar la pluma y la recogió del suelo, un poco desaliñada pero aún bella, y salió nuevamente al exterior.  Alzó la pluma al cielo y gritó con todas sus fuerzas: ¡gracias abuelo!, y el águila regresó con las alas desplegadas de par en par y otros potentes graznidos que resonaron en la colina hasta que se perdió de vista a lo lejos.


Gaspar sonrió. Miró el techo de su vivienda; varias tejas faltaban y muchas de ellas estaban destrozadas en el suelo, pero los maderos resistieron y la casa seguía en pie a pesar del azote, señal inequívoca de que no había sido un sueño ni alucinaciones.  Kirth había estado allí. Y conforme mejoraba el clima del día Gaspar fue ganando confianza y seguridad, si bien con menos certezas que interrogantes pero vivo y contento incluso hasta de su nombre extranjero.

Y aunque no estaba muy seguro de cómo recomenzar las cosas, sintió de repente la necesidad y determinación de hacer algo urgente e impostergable:  desarmar la sólida puerta de la vivienda que lo había mantenido a salvo de la tempestad para invertir sus toscas bisagras y hacer que el pétreo rostro de Kirth mire desde ahora y para siempre hacia afuera, para recordarle al señor de todos los vientos que la próxima vez que intentara visitar el Ática para arrasarla, tendría primero que vérselas con un mortal que no dejaría de darle batalla hasta el final, que no serían suficientes ni el terror ni toda la violencia de los cielos porque completamente alerta y enfrentando la puerta con el rostro de piedra como escudo estaría esperándole Gaspar, vencedor de todos sus miedos.




Llamador para puerta repujado y cincelado (convertido aquí en ornamento para un perchero), realizado en cobre bronce y alpaca, inspirado en la leyenda de los dioses del viento griegos y representando a Kirth, el más poderoso de ellos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

El Paso de las Tres Lunas - The Passage of the Three Moons

Sólo el murmullo de una brisa ligera apenas capaz de mover el polvo que cubre la superficie de la meseta, nada más.  Lo demás es simplemente silencio.  A esas horas, las sombras  del ocaso van invadiendo las rocas y las colinas bajas y sólo permanece la luz dorada del  gran sol iluminando la nieve de las montañas más altas, indicando a los pájaros que aún sobrevuelan a mediana altura el valle que ya es tiempo de buscar refugio, pues la noche invadirá el paisaje con rapidez y el frío saldrá a buscar sus víctimas desprevenidas habituales.    
 
 
No es necesario recordar a todas las criaturas que es preciso conservar el calor ya que, como todo el mundo sabe,  la ola de frío será implacable y rápida, no habrá clemencia para nadie y – aunque el otro sol rojizo volverá  a iluminar la noche por breve lapso en su carrera eterna – su calor no será suficiente para derretir la escarcha siquiera.




Sin embargo, la noche tiene sorpresas a las que vale la pena prestar atención;  ocurre de vez en cuando, si es que las leyes de la mecánica orbital así lo determinan.  Sólo es necesario estar en el momento y en el lugar adecuados, al abrigo de las inclemencias del clima y expectantes,  porque tan pronto como la oscuridad deje ver las primeras estrellas y nebulosas que circundan el corazón galáctico, una hermosa claridad de jade aparecerá sobre el horizonte, anticipándose a un espectáculo maravilloso que ha acompañado a este planeta desde el principio de los tiempos.  Y es entonces cuando la mágica burbuja de luz verde del primer satélite se levanta y comienza su visita habitual.  A veces, cuando hay nubes de cristales de hielo sobre las montañas,  el resplandor verde pálido de la primera luna se filtra a través y el horizonte se llena de nubes noctilucentes.
 

Y entonces, tan sólo unos minutos después, emerge la segunda luna con su típico contorno oval, majestuosa y brillante, enorme y fantasmal, dejando ver su superficie irregular verde y ámbar dependiendo de la fase en la que se encuentre,  opacando el brillo de las estrellas y tiñendo de color parte del cielo azabache.  Y por si tan bello espectáculo no fuera suficiente, un nuevo resplandor deja paso a la tercera luna que cruzará más rápidamente el cielo que sus otras compañeras y se unirá a esta singular danza astral del universo.  El “Paso de las Tres Lunas”, como se le conoce a este acontecimiento astronómico, es un milagro de luz y de color, de inmensidad celestial y acrobacia orbital, un baile de satélites acompañando a su mundo madre y recordando a todos los afortunados ojos que contemplan este espectáculo,  lo pequeño que somos,  lo breve de nuestra existencia y lo inexplicable del cosmos.




Only the murmur of a light breeze barely able to move the dust that covers the surface of the plateau, nothing more.  The rest is simply silence. At that time, the shadows of the sunset are invading the rocks and the low hills and only the golden light of the great sun remains illuminating the snow of the higher mountains, indicating the birds that still fly over to medium altitude valley that is longer time to seek refuge, because the night will invade the landscape quickly and the cold will find their unsuspecting victims as usual.  It is not necessary to remember to all creatures that it is indispensable  to retain the heat since, as everyone knows, the cold spell will be relentless and fast, there will be no mercy for anyone, and - although the another red sun will light up the night for a short time in its eternal career - its heat will not be enough to melt  the Frost even. 





However, the night has surprises which is worth paying attention; It happens from time to time, if the laws of orbital mechanics thus determine it.  It is just necessary to be at the wright  time and place, sheltered from inclement weather and expectant, because as soon as the darkness let them see the first stars and nebulae that surround the galactic heart, a beautiful clarity of jade will be shown on the horizon, anticipating a wonderful show that has accompanied this planet since the beginning of times.  And that is when the magical green light bubble of the first satellite rises and begins his usual visit. Sometimes when there are cristal ice clouds over the mountains, the pale green glow of the first moon seeps through and the horizon is filled with noctilucent clouds. 
And then, just a few minutes later, the second moon with its typical oval shape emerges, majestic and brilliant, huge and ghostly, revealing its green and amber irregular surface depending on the phase in which it is, overshadowing the brightness of stars and staining of color part of the black sky.  And if such a beautiful spectacle is not enough, a new glow gives way to the third moon, that more quickly than its other companions will cross the sky and will join this singular astral dance of the universe.
 

The “Passage of the Three Moons”, as it is known this astronomical event, is a miracle of light and color, celestial vastness and orbital acrobatics, a dance from satellites accompanying their mother world and reminding all lucky eyes that contemplate this spectacle, how small we are, the brief of our existence and the inexplicable cosmos.
Colgante y aros "Tres Lunas", inspirado en las fases lunares de un paisaje extraterrestre, realizados en alpaca, bronce, cobre, esmalte vítreo y cuero, en su estuche natural de madera dura.
Pendant and earrings "Three moons", inspired by the lunar phases of an alien landscape, made in nickel silver, bronze, copper, glazed enamel and leather, in their natural hardwood case.



lunes, 22 de julio de 2013

El vuelo de la libélula - The flight of the dragonfly



Tan sólo el zumbido apagado del batir de sus alas de cristal en persecución de su presa, el delicado encanto de sus colores sobrevolando como ráfaga el verde estanque y el repentino descanso sobre las hojas para reponer sus fuerzas y proseguir luego el ataque.  Lo demás es murmullo de mosquitos que presienten el final, es rocío descendiendo lentamente por las hojas delgadas, es manantial de vida bajo el manto verde y peces al acecho bajo la superficie.  Y luego de un breve intervalo la danza aérea se reanuda buscando equilibrar el caos, el enjambre se dispersa tras el embate del cazador y la presencia de otros oportunistas.

Algunas gotas caen sobre el espejo de agua deshaciendo un poco de sol, de cielo y de verde en miles de manchas vivas desplazándose entre las ondas.  Finalmente la libélula devora a su víctima y la calma se apodera transitoriamente del agua, el estanque se vuelve cielo y el cielo acepta un baile con las nubes, el musgo convertido en tapiz húmedo invita a corretear a las hormigas y hasta el segundo imperceptible se dilata deliciosamente pretendiendo ser eternidad matinal.


   Just the dull buzz of the beat of its cristal wings in pursuit of its prey, the delicate charm of its colors flying as gust over the green pond and a sudden relaxation over the leaves to replenish its forces and continue then the attack. The rest is murmuring of mosquitoes that have a presentiment of the end, it’s dew descending slowly over the thin leaves, It's life fountainhead under the green mantle and many fish lurking under the surface.  And after a short interval the aerial dance resumes looking for balancing the chaos, the swarm disperses after the onslaught of the hunter and the presence of other opportunistic.
Few drops fall on the surface of the water, dissolving a bit of sun, sky and green in thousands of live spots moving between the waves. Finally the dragonfly devours his victim and calm takes over  the water temporarily, the pond becomes sky and sky accepts a dance with the clouds, the moss turned into wet tapestry invites to run about the ants and until the imperceptible second expands it deliciously pretending to be morning eternity.
Pulsera "Libélula". Alpaca, cobre y esmalte vítreo - "Dragonfly" bracelet. Nickel silver, copper and glazed enamel

domingo, 14 de julio de 2013

Con la fortaleza de robles – With the strength of oaks



La luz de la felicidad en sus ojos que atrae a todas las miradas, los brillos rosados del atardecer en sus mejillas y el cálido encanto de su sonrisa.  La paz reemplazando al nerviosismo propio del momento en cada paso sobre la alfombra y allanando el camino entre dos almas que quieren unirse.




Murmullos que se vuelven notas atenuadas, las siluetas de los invitados que se desdibujan en una trama difusa de luces colores y sombras,  mientras el pulso late con firmeza.  No hay magnetismo más intenso que el de una novia en su boda.  Corazones entrelazados con la fortaleza de robles comienzan a tejer su propio destino  y la ansiedad queda finalmente atrás.
The light of happiness in her eyes which attracts all glances, the pink shine of the twilight in her cheeks and the warm charm of her smile.  The peace replacing the nervousness of the moment in every step on the carpet and paving the way between two souls who want to join. 
Murmurs that become attenuated notes, the silhouettes of the guests who are blurred in a diffuse woof of lights colors and shadows, while the pulse beats firmly.  There is no magnetism more intense than of a bride at her wedding.  Entwined hearts with the strength of oaks begin to weave their own destiny and the anxiety stays finally behind.


 Corona de novia construida en hierro forjado, plata, alpaca y bronce cincelados
Chiseled bridal crown built in forged iron, sterlingnickel silver and bronze.
Broche cincelado en plata y alpaca
Chiseled brooch made in sterling and nickel silver










jueves, 20 de junio de 2013

Enredaderas que descansan como filigrana - Creepers that rest as filigree



Luces de un amanecer que se abren paso entre los árboles, milagro de un nuevo comienzo que empuja tímidamente la bruma exponiendo ante mi vista gemas brillantes de rocío sobre cada rama y toda la belleza de color y calma que impacta mis sentidos. Como si mi ventana me transportara más allá de las enredaderas que descansan como filigrana entre los cristales invitándome a abrir mi pecho hacia el bosque, a transitar por sus sendas, a sentirme brisa y volverme verde.  Regalo que se desliza hacia mí exuberante, tan bello como efímero, tangible hasta en el aroma de la humedad matinal, hasta en la percusión de las gotas sobre la
hojarasca que se vuelve sinfonía de vapor con cada rayo de sol. Palpitar de la tierra en su viaje inexorable, frescura del aliento del bosque despertando de su breve letargo, el triunfo de la luz sobre la oscuridad en cada mañana.  Un llamado a pensar en toda la vida, una invitación a buscar sin prisa pero sin pausa lo importante, un canto que nace desde la garganta de la tierra y me vuelve sumamente pequeño ante la inmensidad.  Un mundo que me pide a gritos que lo defienda y que lo preserve, una tenaz sacudida del planeta ante nuestra indiferencia impertinente que sólo se acuerda de la tierra para arrasarla, olvidando para siempre el genuino valor que encierra un instante de paz, tendido sobre la hierba entre los árboles de cara al cielo.



Lights of a dawn that make their way among the trees, miracle of a new beginning that shyly pushes the mist exposing before my view bright gems of dew on each branch and all the beauty of color and calm that impacts my senses.  As if my window carries me beyond the creepers that rest as filigree between crystals inviting me to open my chest into the forest, to walk in his paths, to feel the breeze and become green. Gift that slides lush to me, so beautiful as ephemeral, tangible in the scent of the morning moisture, even in the percussion of the droplets on the leaf litter that becomes steam symphony with every sunshine ray.

Beat of the Earth on its inexorable journey, freshness of the forest’s breath awakening from their brief slumber, the triumph of the light over darkness in every morning.
A call to think about all life, an invitation to search slowly but surely the important thing, a song that comes from the throat of the Earth and makes me extremely small before the immensity. A world that asks and shouts me to defend it and preserve it, a tenacious shaking from the planet before our impertinent indifference that only remembers the Earth to raze it, forever forgetting the genuine value that holds a moment of peace, lying on the grass between the trees facing the sky.
Espejo con motivo cincelado - Mirror with chiseled motif